En ocasiones tenemos que enfrentar alguna situación importante, nos ocurre algo inesperado o nos sentimos sobre pasados por las circunstancias y por más que creamos que éramos capaces de manejarla, ocurre que la emoción nos desborda y no nos permite actuar de la mejor manera o tomar las mejores decisiones.
Y ¡claro! Si es que tomamos las decisiones que tomamos, basados en las emociones que estamos sintiendo en el momento ¿o acaso no eliges la música que escucharás dependiendo de tu estado de ánimo? ¿o la ropa que utilizarás según como te sientas aquel día? (más o menos cansado/a, más o menos alegre, más o menos seguro/a). Esto también ocurre con decisiones más importantes como si estás dispuesto/a a dar la pelea en una discusión (personal o laboral), si te reunirás o no con tus seres queridos, si postularás o no a ese empleo, si presentarás o no esa propuesta, si te arriesgarás con ese emprendimiento, etc.
La mala noticia, es que no podemos controlar ni elegir las emociones que sentimos o cuándo las sentimos. Lo que podemos hacer es gestionarlas de mejor o peor manera.
La buena noticia, es que las emociones provienen de un pensamiento, de la interpretación que le damos a algún suceso (de manera más o menos consciente) y si cambiamos ese pensamiento, entonces se reflejará en la emoción que nos provoca.
Veamos esto más detalladamente.

Algunas son agradables y otras desagradables, pero TODAS las emociones son importantes.
1.- Emociones positivas y negativas
Lo primero que tenemos que aclarar es que no existen las emociones positivas ni negativas las emociones son todas adaptativas y tienen una misión importante y particular. Es cierto que algunas son agradables y otras desagradables, pero TODAS son importantes.
¿Has pensado que sería de nosotros sin el miedo? No tendríamos cuidado con aquellas amenazas contra nuestra salud y bienestar ¿o que pasaría sin la tristeza que nos lleva a retraernos y reflexionar cuando nos sentimos débiles y vulnerables? O sin la rabia que nos llama a luchar y defendernos cuando nos sentimos amenazados o tratados injustamente o sin la incertidumbre que nos invita a dejar de pensar en el pasado y el futuro y centrarnos en el presente o por el contrario si todo fuese amor y felicidad, tomaríamos decisiones arriesgadas sin siquiera pensar en posibles complicaciones.
Como ves, cada emoción tiene una importantísima tarea que cumplir y lo mejor que podemos hacer cuando las identificamos es “abrazarlas” e intentar comprender cuál es ese mensaje que nos quieren entregar.
2.- Comprender las emociones.
En ocasiones, las emociones nos vienen a entregar un mensaje que no hemos sido capaces de comprender racionalmente, es por eso, que si reconozco una emoción y no he sido capaz de identificar su origen, es recomendable detenerme un momento a analizar la situación.
Por ejemplo, si me siento ansioso/a es probable que se deba a que hay algo que me está provocando miedo y no lo he logrado identificar, sin embargo, ese miedo no se irá a ningún lugar si no resuelvo el asunto de raíz. Es por esto, que debo identificar la causa de cada emoción y trabajar para resolver lo que subyace a ella, porque ¡OJO! Las emociones nos entregarán su mensaje a cualquier costo ya sea con una pequeña advertencia o con una gran llamada de atención que puede transformarse en un cuadro clínico (como por ejemplo depresión o trastorno de ansiedad). Incluso si pongo atención en las emociones positivas puedo descubrir qué o quién me hace feliz y darme la oportunidad de agradecer a esa persona o por esa situación
3.- Pero ¿Qué es una buena gestión emocional?
Una buena gestión emocional, es esa forma de actuar cuando llega la emoción que es más adaptativa que las demás y, sabré cuál resulta más adaptativa porque será la más asertiva, es decir, me permitirá expresar mis pensamientos, sentimientos, ideas y necesidades respetando los pensamientos, sentimientos, ideas y necesidades de los demás. Estaremos de acuerdo en que, si estoy enojado/a con alguien, resulta una mejor estrategia, retirarme un momento para calmarme o tener una discusión sobre lo sucedido que golpear o insultar a la persona con que me he molestado. Es especialmente importante tener esto claro porque, aunque en ocasiones creamos que golpear o insultar son una buena estrategia porque nos permiten expresar toda la rabia que tenemos, cuando pasa este efecto liberador, generalmente llegan la culpa y el arrepentimiento por nuestro comportamiento.
4.- ¿Cómo mejorar mi gestión emocional?
- Nadie nace sabiendo gestionar sus emociones, es un trabajo diario y un aprendizaje constante, así es que si en más de una ocasión has sentido que no reaccionaste de la mejor manera no te preocupes, reconocer que aún hay trabajo por hacer es el primer paso.
- Para mejorar puedes tomar un ejemplo de alguna vez en que la emoción no te permitió reaccionar de la mejor manera: ¡Toma nota!
¿Cómo podrías actuar a futuro frente a una situación similar para obtener resultados mejores o diferentes?
Recuerda la situación: ¿qué pasó?: así sabrás cuáles son las situaciones que gatillan en ti ciertas emociones, porque a menos que lo trabajes, lo más probable es que la próxima que te enfrentes a una situación similar reacciones de la misma manera.
- Recuerda qué pensaste acerca de lo ocurrido.
- Recuerda cómo te hizo sentir.
- Recuerda cómo reaccionaste.
- ¿Cómo te sentiste con esa forma de reaccionar?
- ¿Qué consecuencias tuvo?
Por último, sin importar cuanto trabajemos nuestra gestión emocional, habrá momentos en los que nos enojaremos (por ejemplo), lo importante es pensar “¿Quién quiero ser cuando estoy molesta?” “¿Cómo me quiero comportar?” ¿quiero ser esa persona que insulta, que grita? O ¿Quiero ser quien toma un tiempo para pensar y luego actuar?
Como verás, pensamiento, emoción y comportamiento están estrechamente relacionados y no es posible comprender a uno sin el otro y castigarnos por no reaccionar bien, no es el mejor camino, lo mejor es aprender de aquellas ocasiones en que no fuimos capaces de reaccionar de buena manera, para actuar diferente la próxima vez.
¡Manos a la obra!